La única vez que fui a terapia (psicoanalítica, gestáltica, cognitiva … la verdad es que no sé que mierda de terapia era), la pasé tan mal que jamás repetí la experiencia.
Hace unos cuantos años mi vieja pensó que necesitaba asistencia psicológica urgente.
Estuve 45 minutos escuchando a una hippie de pelos revueltos. No emití palabra.
Finalizó el encuentro y al despedirnos, esta señora no tuvo mejor idea que abrazarme bien fuerte durante 3 o 4 minutos, mientras repetía con tono monocorde, que la humanidad necesitaba abrazarse más.
A la señora se le antojó ejercer conmigo una especie de “Abrazoterapia” a la que no pude negarme. Odié dicha situación, pero no encontré manera de zafarme de ella.